sábado, noviembre 25, 2006

Día de la eliminación de la violencia contra la Mujer


Desde 1981, militantes feministas observan el 25 de noviembre de cada año como el Día internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer. Esa fue la fecha en 1960 cuando fueron muertas a golpes las tres hermanas Mirabal, activistas políticas en la República Dominicana que se oponían a la dictadura del gobernante Rafael Trujillo, quien ordenó el asesinato. El 17 de diciembre de 1999, la Asamblea General de las Naciones Unidas, con el voto de El Salvador entre tantos otros, declaró esa fecha el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.

Cinco años antes, en 1994, la Asamblea Legislativa de El Salvador reemplazó el Código Civil vigente desde 1860 con uno de los códigos de jurisprudencia familiar más progresistas de América Latina. Como resultado, se eliminó una ley de divorcio considerada tan discriminatoria contra la mujer que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos la denunció en un histórico reporte de 1978. Con el antiguo código civil, para que el hombre anulara su matrimonio bastaba invocar el adulterio de su mujer. Un hombre no necesitaba presentar pruebas, sólo era necesaria su palabra de honor. Para que se admitiera esta causal de divorcio contra el hombre, la mujer debía probar que el adulterio iba acompañado de un “escándalo público”.

En otro ejemplo, aún más dramático, antes de 1994, se registraban 300 casos anuales de violencia doméstica. Sólo un año después del nuevo código se registraron 14,000 casos. Según la Fiscalía General de la República el 80% de las víctimas de violencia intrafamiliar son mujeres adultas, 5% son niñas, 8% son niños y el 7% son hombres adultos, muchos de estos de la tercera edad.

Hasta hace dos años, si una niña era descubierta por la policía en un prostíbulo, ella podía ser detenida como una criminal. Una nueva ley implementada a partir de 2004 castiga ahora a los proxenetas y a los hombres que compran servicios sexuales o actos eróticos de una persona menor de edad. En El Salvador cerca de 4,000 mujeres son violadas o agredidas sexualmente cada año. El 17% de las víctimas son menores de edad. La Fiscalía también reporta que la tasa anual de violaciones sexuales es de 5.41 por cada 10,000 habitantes, pero la tasa de denuncias es de sólo 1.24.

Todas estas nuevas leyes que tratan con equidad a la mujer nos parecen justas e, incluso, obvias hoy en día, pero ninguna tiene más de doce años de existencia. El costo social y económico de la desigualdad de género es demasiado alto porque previene el desarrollo humano de una nación y, por lo tanto, nos afecta a todos.

En 1999 trabajé como consultor para un proyecto de desarrollo económico local en el norte de Morazán, un bastión de la izquierda durante la guerra, y descubrí que la mayoría de los programas de microcrédito similares a los que creó el Premio Nóbel de la Paz de este año, Muhammad Yunus, fracasaron porque por tradición cultural las mujeres de la zona no podían tener propiedades; todo, absolutamente todo se registra a nombre del hombre en la familia.

Aún hay mucho por hacer.

* La fotografía la tomé en julio del 2002, en el Complejo Educativo Guillermo Borja Nathan, localizado en Apopa, San Salvador, donde se impulsa un "modelo de educación no sexista". Al centro de la escuela se habían reunido más de 700 niños y niñas para ver a Eunice Payés presentar un espectáculo de danza contemporánea. Las preguntas y comentarios hechos por los estudiantes después del evento fueron increíbles. Guardo una memoria muy grata del evento.

4 comentarios:

ixquic* dijo...

Me gustó el post.

Cuando comencé a estudiar derecho, entró en vigencia la nueva normativa familiar pero a mis maestros, doctores en derecho, les encantaba hablarnos del paraíso legal que significó la vieja ley.

Se mofaban del asunto del adulterio que Usted comenta en el post. Jamás hicieron un esfuerzo por enseñarnos de verdad el nuevo código de familia.

Luego como abogada, me topé con otras cosas. En un juicio de alimentos en el que representaba a una mujer y su hija contra un policía (en su calidad de padre), logré que le subieran la cuota de $20 a $40.

El policía me gritó en el pasillo y me dijo que la justicia se arruinó por culpa de las mujeres! y un montón de improperios.

Me dio risa y luego ganas de llorar (pero claro no podía hacer ni uno ni otro) hasta que su ex compañera de vida le gritó y se calló. Entonces me reí.

Lo más aberrante es que el tipo era policía y se encargaba de recibir denuncias por agresión familiar.

Lo que tengo claro es que a pesar de los cambios, no hay apoyo ni de abogados, ni catedráticos, ni funcionarios.

me gustaría comentar más, pues el post da para decir muchas cosas, pero me quedo hasta acá.

Pd. gracias por los datos.

Jorge Ávalos dijo...

Creí que iba recibir burlas cuando dije que teníamos "leyes progresistas", pero esa es una apreciación que se maneja a escala internacional, no es mía. La verdad es que en muchas cosas tenemos leyes muy fuertes y muy buenas. Las leyes contra la explotación sexual de menores, por ejemplo, es la más fuerte de Centroamérica. Como dice, los abogados y jueces de la vieja guardia no las toman en serio y promueven la impunidad, tal y como yo lo he demostrado en varios reportajes. Lo que falta es hacer valer la ley.

ixquic* dijo...

"Hacer valer la ley" tan simple y tan difícil.

Por cierto, que bueno que sean hombres los que hablen de estos temas.

Jorge Ávalos dijo...

Ixquic escribió "que bueno que sean hombres los que hablen de estos temas". Esto sí que merece un debate. Creo que en El Salvador cuando se habla de "género" la gente supone que se está hablando de la "problemática" de la mujer o que se está discutiendo un tema desde la óptica de la mujer. En la universidad (y estudié en el extranjero) la noción de género no se trató de la manera tan estrecha como se enfoca en El Salvador, por la simple y sencilla razón de que hay dos géneros. Esta verdad tan obvia implica que cuando un economista o un sociólogo realiza un análisis de género, debe reunir estadísticas sobre un sector productivo, por ejemplo, y luego separar datos sobre participación de hombres y mujeres en ese sector, con todas las variables posibles; el análisis tiene su punto de arranque en la comparación de los datos. Si un economista busca un diagnóstico para reducir la pobreza, no puede evadir un análisis de género porque en la demografía de la pobreza, el 50% está compuesto de mujeres. Y si se descubre que existe un sistema discriminatorio contra la mujer que no le permite acceder a préstamos para convertirse en una microempresaria, como lo describo en el penúltimo párrafo de mi nota, entonces hay que diagnosticar el problema que enfrentan las mujeres y resolverlo, porque sino, no se resuelve el problema de la pobreza.