Cuando Héctor Silva se convirtió en alcalde de San Salvador, su Consejo Municipal prometió erradicar el sexismo por medio de nuevas políticas de género, es decir, tratando con igualdad a hombres y mujeres. Pero antes de hacer esto por medio de políticas laborales o económicas, quisieron hacerlo simbólicamente, proponiendo la eliminación del concurso de reina de belleza de las fiestas de Agosto. Esa propuesta, como era de esperar, nunca se discutió.
El certamen local de belleza, que sigue una larga tradición, no podía ser eliminado; así que se propuso limpiar las prácticas sexistas inherentes al certamen. Por ejemplo, el desfile en trajes de baño, o el enfoque único en el atractivo físico de las candidatas, que en San Salvador usualmente se reduce a caderas anchas, piernas gruesas o pechos grandes (lo cual es ya un desafío a las expectativas publicitarias de lo que se define como belleza femenina). Para lograr este fin, contrataron a Eunice Payés, una conocida bailarina de danza contemporánea, quien hizo un buen trabajo limpiando las prácticas más abusivas o humillantes. Se consideró la inteligencia de las candidatas como el más importante factor para obtener la corona. Esto provocó un escándalo: ¿Cómo se iba a premiar el tamaño del cerebro? Y ¿qué culpa tenían ellas de ser bonitas? Al final, las jóvenes se amotinaron.
Las candidatas, adolescentes todas, querían el desfile en trajes de baño, querían mostrar sus atributos físicos y querían los regalos y privilegios sociales que podrían ganar por medio de estas prácticas que, supuestamente, las explotaban. En otras palabras, las jóvenes querían venderse, al menos simbólicamente, y para lograrlo prácticamente se rebelaron contra la represión que la Alcaldía de San Salvador les estaba imponiendo. Al final, las jovencitas ganaron.
Ahora, la elección de la reina de las fiestas agostinas es un evento emblema de Violeta Menjívar, una mujer cuyos logros no se basan en cualidades (ejem) tan superficiales. Los bikinis, los trajes deportivos y los vestidos de noche de las candidatas son ahora rojos como la bandera del partido que una vez juró que erradicaría el sexismo de las actividades del municipio de San Salvador.
jueves, julio 17, 2008
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3 comentarios:
El rojo del bikini
siendo roja Violeta
de veras sonroja.
ÁLVARO
¿Cómo va a ser "sexismo" si las "víctimas" así lo desean?
Je je.
Es una verdadera ironía política.
La pregunta es si las participantes en un concurso de belleza son víctimas de sexismo. Tal parece que el feminismo ya aprendió a convivir con los concursos de belleza.
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