martes, noviembre 28, 2006

¿Se puede combatir la inseguridad?

Todos sabemos que El Salvador es considerado el país más violento de América Latina, de hecho, de todo el continente Americano, debido a que tenemos la tasa más alta de homicidios por cada 100 mil habitantes: 52. Hace una década, este dudoso primer puesto lo ocupaba Colombia con una tasa de 47 homicidios por cada 100 mil habitantes, pero esa tasa es ahora de 18, una reducción del 63%. El círculo vicioso de criminalidad e impunidad que azota a nuestro pais no puede continuar. ¿Qué pasará en El Salvador en los próximos 10 años? La respuesta ya la sabemos: sucederá lo que nosotros decidamos o no hacer. Y al final de ese período, ¿qué nos dirán los indicadores de violencia sobre nosotros mismos como nación si consideramos qué fue lo que decidimos o no hacer?

El título de esta jornada es la pregunta principal que le hice a María Fernanda Campo, presidenta de la Cámara de Comercio de Bogotá, en una entrevista que fue publicada hoy en El Diario de Hoy. En el artículo, titulado "No hay seguridad sin visión de futuro", Campo explica con gran claridad qué medidas se tomaron en Colombia para combatir los índices de criminalidad. Ojo, no la criminalidad sino los índices de criminalidad. La diferencia radica en cómo se definen los intereses, cómo se deciden los objetivos y en cómo se implementan los planes; es decir, es la diferencia entre un abordaje politizado y emocional y uno analítico y racional. Hay que notar, por ejemplo, lo que dice Campo sobre una política de desarme. Durante la entrevista ella la llamó una medida "drástica", lo cual da un indicio de su propia posición como presidenta de una cámara de comercio. Pero cuando la sociedad acuerda enfrentar un problema como nación, el debate debe estar dirigido a responder qué es lo que está en juego y deben dejarse a un lado las posturas definidas a priori para considerar los intereses de todos.

El debate sobre el desarme en El Salvador es interesante precisamente porque no hay un verdadero debate. Ha surgido como un propuesta razonada de ley —dado que se trata de un proyecto piloto y no de una política pública para toda la nación— y de inmediato se enfrenta a la oposición gubernamental. Estoy seguro de que hay buenas razones a favor o en contra del desarme, pero todavía no he escuchado una sola que me convenza por un lado o el otro. Supuestamente el tema de seguridad es la mayor preocupación nacional pero no hay un verdadero debate que me demuestre que la ciudadanía está verdaderamente preocupada por la situación de violencia.

El desarme, pese a la oposición de los empresarios y los políticos, se impuso en Colombia porque la ciudadanía, harta de tanto homicio, obligó al gobierno a que lo hiciera. Y como en Brasil y Nueva York, funcionó. ¿Por qué funcionó? No lo sé, yo no soy el experto en el tema, pero sospecho que uno de los factores del éxito fue que los ciudadanos querían que funcionara, que la población, a toda costa, quería erradicar la violencia. Por lo tanto, el desarme no fue la solución al problema, como se pretende en El Salvador, sino una de las muchas tácticas que se implementaron como parte de una gran estrategia de nación para resolver el problema. Esa es una diferencia fundamental. En Colombia, Brasil y Nueva York los desarmes fueron voluntarios, propuestos por la ciudadanía misma. En El Salvador surge como una propuesta de ley, pero no sabemos realmente cómo se siente la gente —el salvadoreño o la salvadoreña común y corriente— acerca de estos temas, no sabemos si realmente les importa terminar de una vez por todas con la situación de violencia. En una democracia, ese nivel de apatía es más peligrosa que tener la tasa más alta de homicidios del continente.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Nueva York?

Uh... en EEUU el derecho a portar armas es constitucional.

Lo que algunos estados restringen es el derecho a portarlas "ocultas" en tu persona. Como hay discrecionalidad, obviamente hay corrupción en Nueva York: se dice que solamente les dan los permisos de portación "oculta" a los ricos, a los famosos, y a los bien conectados. ¿Queremos que El Salvador sea como Nueva York, donde sólo los ricos y los famosos pueden andar una pistola bajo la axila? ¡Ufa!

Pero para andar un arma en Nueva York, visible, no hace falta permiso alguno.

Hice un apunte sobre esto hace algún tiempo.

Jorge Ávalos dijo...

El punto de esas comparaciones es que en las ciudades y países donde se ha tratado algún tipo de desarme, este nunca se hizo a través de una ley. En las zonas con más crimen de la ciudad de Nueva York (en Harlem y El Bronx, recuerdo) a travéz de un campaña especial, la policía puso puestos en los que compró armas a los ciudadanos, sin importar si eran legales o no. Y el programa tuvo un gran éxito. Supongo que un programa así es caro, pero también se hizo en Brasil. Pero en ambos lugares la población quería esto, este fue el concenso al que llegó la ciudadanía. Cabe preguntarse si es esto lo que quiere El Salvador.

Tienes razón, en los Estados Unidos la segunda enmienda de la constitución le da a la gente el derecho a portar armas. La razón: para cuidarse de la tiranía. Si el gobierno abusa de el pueblo, la ciudadanía puede defenderse. Hay que recordar que la constitución se escribió en la época revolucionaria de la independencia de Gran Bretaña. Pero la noción del derecho a portar armas está tan fuertemente integrada a la conciencia norteamericana que en el estado de Virginia a un político republicano estatal se le ocurrió la idea de limitar la compra de armas de cada ciudadano a una al mes, y por supuesto, lo corrieron. Yo viví 20 años en los Estados Unidos y era un constitucionalista acérrimo. Si yo tengo un derecho constitucional, yo lo ejerzo cuando quiero y que nadie se atreva a tocarlo.

Yo portaba un arma cuando viví en Nueva Inglaterra porque me daban miedo los osos pero, como todo el mundo en el área donde vivía, al salir de mi casa dejaba la puerta sin llave. Cada país y cada localidad es distinta. No podemos tener ideas a priori sobre este tema. Tenemos que considerar nuestra realidad y llegar a un concenso sobre qué es mejor para El Salvador. Pero esto no lo debería decidir ni el presidente, que no es más que un sirviente público, ni ANEP ni Fusades ni la Procuraduría de Derechos Humanos, sino la ciudadanía. Yo no necesito que ellos decidan por mí. Ya es tiempo que actuemos como una democracia.

Anónimo dijo...

Para actuar como en una Democracia se requiere elegir DIRECTAMENTE> a los diputados. Que realmente nos representen.

ixquic* dijo...

"no la criminalidad sino los índices de criminalidad. La diferencia radica en cómo se definen los intereses, cómo se deciden los objetivos y en cómo se implementan los planes; es decir, es la diferencia entre un abordaje politizado y emocional y uno analítico y racional."

Para iniciar, a parte de la tasa de homicidios, no se cuenta con un sólido registro de indicadores que nos definan el camino racional a recorrer (implementación de planes).

Aunque hay abundante información, la mayoría no es comparable (por año, por institución, por delitos, etc) y es tan incierto hacer predicciones.

Pero, digamos, a pesar de eso se puede intentar hacer un análisis apróximado del problema (base de cualquier diseño de política pública), al final las decisiones son incoherentes o "parches" conectados a nada.

A mí me molesta que a la hora de "decidir" no hay consenso en los intereses, por tanto, en los objetivos.

Claro, ahora entiendo, el abordaje es politizado y emocional.

un saludo.

Anónimo dijo...

'“El desarme [...] no fue obligatorio. Fue voluntario [...]”, asegura Campo.'

"los altos índices de violencia de Colombia dieron un giro [...] y todavía continúan bajando año con año."

Los colombianos no obligaron a las víctimas a desarmarse para quedar a merced de los criminales. El crimen bajó.

Ergo, si el Estado salvadoreño forzosamente dejase indefensos a los ciudadanos (desarmados), no estaríamos siguiendo el exitoso modelo colombiano.

Jorge Ávalos dijo...

El Visitador obviamente tiene una posición muy fuerte contra el desarme. Está bien. El tema es importante porque lo que realmente se está discutiendo con estas propuestas de nuevas leyes es: ¿cuál será la política criminal de estado?

El desarme ha puesto alrevés algunas expectativas. Por un lado, Fusades dice que el desarme es una respuesta "lógica"; por otro, la procuradora de Derechos Humanos dice que es una medida "ingenua".

¿De dónde proviene la conclusión "lógica" de Fusades? Los datos del Instituto de Medicina Legal indican que el 80% de los homicidios se cometen con armas de fuego. El 32% de todos estos homicidios se cometen con armas de fuego, utilizadas por sus portadores legales; los ejemplos son diversos: es el hijo que encuentra el arma de su papá y creyendo que es un juguete le dispara a su hermano; es el hombre que regresa a casa y al encontrar a su esposa con otro hombre, los mata a los dos; etc. Estos son casos en los que la simple disponibilidad de un arma de fuego conduce a un homicidio, esto es porque un arma de fuego es muy letal comparada con cualquier otro tipo de arma. Creo que se puede concluir que un "desarme", sea este legal o voluntario, haría alguna mella en el índice de homicidios.

Pero está el otro lado. Beatrice de Carrillo dice que si su hijo se ve amenazado ella utilizaría un arma para defenderlo. Esta es la otra cifra que nadie quiere discutir. En lo que va del año sólo ha habido un caso, altamente publicitado por cierto, en el que un arma de fuego fue utilizada en defensa propia, por un joven en un autobús. Su historia fue tan dramática, que sería suficiente para persuadir a cualquiera de que vale la pena portar un arma.

Creo que algunas personas podrían llegar a la conclusión de que la oposición al desarme podría provenir de grupos que tienen intereses económicos en la venta de armas. He escuchado, incluso, que hay gente de alto nivel en el partido Arena que tienen negocios de armas. Pero como lo demuestra la posición de la procuradora de Derechos Humanos, esa no es la razón más generalizada detrás de la oposición al desarme. Creo que hay un componente político de fondo: creo que las personas que se oponen al desarme son las mismas que tienen posiciones similares a las de El Visitador, que tiene tanto qué decir sobre las burocracias ineptas o inútiles: son personas que se oponen fuertemente a una mayor injerencia del gobierno en las cosas de la gente. Considerando la ineptitud para resolver el problema de la violencia que este gobierno ha demostrado, este escepticismo por la capacidad del estado ya no parece tan mal.

A mí me irritan dos cosas acerca del estado en este tema.

Uno: cada vez que se les ocurre una solución al estado creen que es la única solución, pero nunca formulan una estrategia. Más policías puede ser parte de una solución, pero sólo esto no va a combatir el crimen porque los mayores niveles de ineficiencia en nuestro sistema están en la Fiscalía y la mayor debilidad del sistema judicial está en jueces de la vieja guardia que rehúsan adaptarse a las nuevas leyes. De todos los imputados que captura la policía, la Fiscalía sólo judicializa al 50% o menos, y de estos, menos del 4% son condenados.

Dos: cada vez que llega a manos del estado una propuesta discutida y razonada para combatir el crimen, sea el desarme o más policías o más cárceles o lo que sea, el gobierno nunca tiene el valor de asumirla de lleno. Se corren porque no quieren molestar a ninguno de sus aliados. Queremos que algo se haga pero nadie quiere pagar el precio.

El rumor en los pasillos es que Saca está por cambiar su gabinete de ineptos. No sé si es cierto, pero cuando el río suena es porque piedras lleva.

Anónimo dijo...

"El rumor en los pasillos es que Saca está por cambiar su gabinete de ineptos"

El tema es que algunos creemos que Saca no es muy apto, en principio: es difícil anticipar que un inepto nombre competentes.

Buenos comentarios. Slds.,

Anónimo dijo...

En mi pais, El Salvador, no hay osos, pero si hay mareros.

Yo me quiero defender de los mareros porque mi familia les tiene miedo, por eso yo porto un arma.

Excelentes comentarios y excelente post.