martes, diciembre 05, 2006

Patrimonios

Los ritos y ceremonias culturales tienden a exagerar o a subrayar lo que somos. Usamos máscaras para revelar a nuestro verdadero ser. Por ello me fascina ver que nuestros niños indígenas se disfracen de niños indígenas durante las fiestas patronales. Hace algunos años tomé esta fotografía, no con propósitos estéticos sino documentales. Me sorprendió advertir lo que debía ser evidente. Los padres de estos dos niños crearon una imagen del indígena salvadoreño tomando como punto de partida el atuendo del campesino, y no sólo por los sombreros, los caites, los corvillos y los morrales, sino también por los parches sobre las rodillas que aluden a la pobreza del indígena. Guardé esta fotografía porque me dolió reconocer que la gran mayoría de salvadoreños ha llegado a creer que la pobreza es parte de la identidad del indígena.

Por eso es importante el Carnaval de San Miguel, una demostración de que el Caribe tiene un punto de presencia en El Salvador. El Carnaval de San Miguel fusiona una fiesta patronal de origen colonial con la exuberancia vital de las celebraciones africanas. No debemos olvidar que los indígenas no siempre fueron pobres; de igual manera, tampoco debemos olvidar que hace 200 años tuvimos esclavos negros en San Miguel. Ellos nos legaron esa actitud carnavalesca de la vida, que rehúsa el sentido de humillación que los agentes coloniales esperaban de los esclavos. Los afro caribeños que fueron “importados” como esclavos a El Salvador rehusaron la explotación y se rebelaron. El Carnaval de San Miguel celebra ese espíritu de rebeldía.

Afirmar, como lo ha hecho Héctor Ismael Sermeño, director de Patrimonio Cultural del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Concultura), de que el Carnaval de San Miguel no puede ser considerado un carnaval porque no precede a los días de cuaresma y que por esa razón no merece ser considerado patrimonio intangible de la nación, demuestra una falta de conciencia histórica, pero también de sentido común: si un espectáculo masivo tiene las características de un carnaval, y se festeja como se festejan los carnavales, y se le llama carnaval, entonces, con toda seguridad, se trata de un carnaval. Me encantaría ver al mismo funcionario tratar de convencer a los Alemanes de que el famoso Carnaval de Colonia —así como el de muchas otras ciudades germanas— no debería celebrarse en el mes de noviembre.

Por lo tanto, el Carnaval de San Miguel tiene mi voto como patrimonio intangible de El Salvador. ¿Alguien más quiere votar a favor?

* Escrito a propósito de los comentarios impertinentes de un funcionario de Concultura, tal y como lo señaló El Visitador en La cultura salvadoreña sos vos.

6 comentarios:

blah dijo...

Tienez razon de que SI ES CARNAVAL, y de hecho es Patrimonio intangible. Es cierto no esta en la cuaresma, pero eso no importa. El hecho de que sea tan importante a nivel centroamericano ya lo hace mas relevante.

Te aclaro que nunca he ido al carnaval, pero lo he visto en la tele..lastimosamente si no me equivoco..no ha sido realmente documentado como tal.Si se documentara con fotos de decadas anteriores seria super interesante observar los cambios que se han dado y lo que aun a pesar del tiempo se mantiene. Seria interesante buscar a un antropologo o a un sociologo..y retarlo a que se haga por lo menos una memoria historica de lo que es. Creo que incluso habrian cosas que se podian rescatar e incluso volver a implementar como parte de ese Patrimonio Intangible.

Anónimo dijo...

Me lei la definicion en Wikipedia y concuerdan con que la palabra "Carnaval" aplica a festividades no situadas en epocas antes/despues de Cuaresma.

http://es.wikipedia.org/wiki/Carnaval

En mi humilde opinion, el Carnaval de San Miguel SI es un Carnaval y SI es patrimonio cultural, y como ciudadano de El Salvador cuestiono la autoridad del Sr. ministro de cultura.

ixquic* dijo...

Yo también voto a favor...

El-Visitador dijo...

Este es un buen ejemplo de lo que pasa cuando los ciudadanos consentimos en ceder al Estado alguna responsabilidad.

En este caso, el Estado salvadoreño ha decidido que el Carnaval no es patrimonio.

En casos más extremos, el Estado Soviético o el Estado Chino decidió que ciertas personas eran "no-personas" y no sólo las asesinó, sino que los borró de las fotos históricas y de los archivos.

¿Realmente queremos que sea el Estado el que nos diga qué es cultura y qué no es cultura?

Mi consejo: disolver CONCULTURA.

ixquic* dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Talibanes destruyeron las estatuas de los Budhas en Bamiyan, Afghanistan.

....no era patrimonio de acuerdo a ellos, sera que tenemos un gobierno con tendencias Talibanes?