jueves, octubre 23, 2008

Un comentario sobre Arturo Zablah

En un post anterior, GioSV hizo un comentario demasiado iluminador como para dejarlo ahí. Lo incluyo completo a continuación:


Yo respeto mucho al Sr. Zablah porque sé que su interés hacia el desarrollo de El Salvador es legítimo y sincero.

Pero estoy en desacuerdo con algunos de sus planteamientos económicos.

El Sr. Héctor Vidal, reconocido analista, concuerda con Zablah en su ideología más de corte socialista progresista; corriente a la cual yo respeto sin ningún problema.

Vidal, sin embargo, hace una apreciación errónea de la economía salvadoreña al afirmar que tenemos un "neoliberalismo extremo”. Y déjenme asegurarles que El Salvador tiene de todo menos un neoliberalismo ‘extremo’. Más razón tiene el-visitador cuando dice que vivimos en un país ‘socialistoide’.

Si El Salvador tiene un “neoliberalismo extremo”, habría qué preguntarle a Vidal, ¿qué tienen entonces países como Estados Unidos, Singapur, Irlanda, Suiza o incluso Chile? Por regla de tres responderíamos que esas naciones tienen un “neoliberalismo hiper-ultra-súper-extremo”.

Pero la verdad es que ni esos países por muy liberales que sean, pueden catalogarse como extremos. El neoliberalismo como tal aboga por la eliminación de los controles y regulaciones estatales sobre la economía, reducir el tamaño del aparato estatal a su más mínima expresión; tener cargas impositivas risibles, cero subsidios, apertura comercial y libertad de crear o cerrar empresas casi instantáneamente. ¿Dónde existe tal escenario? Ciertamente en ningún país porque todos fallan en uno o más de los requisitos para considerarse ‘extremo’. En El Salvador, por ejemplo, poseemos subsidios sectoriales; tenemos un impuesto sobre la renta a empresas moderadamente alto si lo comparamos con el de Irlanda por ejemplo que es del 12.5% contra el 25% nuestro; no es fácil crear un negocio; los aeropuertos, puertos, autopistas, la generación de energía, el suministro de agua todavía son del Estado; el aparato estatal en los últimos 5 años se ha hecho más grande en lugar de contraerse y ahora nuestro gobierno hasta regula precios convirtiéndose en comprador/oferente de granos básicos casi al estilo del extinto(?) IRA. Que esta situación sea mejor o peor es otra discusión pero es absurdo andar diciendo que tenemos un “neoliberalismo extremo”. Porque, dolarizar, privatizar los bancos, las pensiones y las telecomunicaciones no es extremismo, sólo para los ojos de los que todavía creen que papá Estado es el mejor administrador.

Zablah y otros critican fuertemente la privatización de la banca y las telecomunicaciones. Con la banca le veo el punto de su discordia pero con las telecomunicaciones no. El Salvador hoy por hoy tiene uno de los mejores servicios de telecomunicaciones de Centroamérica, principalmente en el área de celulares, donde existe una férrea y sana competencia que ha hecho que la mayoría de salvadoreños tenga acceso a un teléfono móvil aún para tenerlo con un dólar de saldo. Con los bancos aunque posiblemente fue una privatización ‘amañada’, no podemos negar que el sistema bancario en un periodo de diez años alcanzó niveles de eficiencia que lo colocaron como el segundo mejor de Centroamérica después de Panamá y a la par de Costa Rica. Le extrañaba a un amigo español ver una estadística de empleo de El Salvador en donde se observaba que uno de los sectores que más puestos de trabajo genera es el bancario… y lo cierto es que los bancos siguen creciendo a buen ritmo lo que es muy bueno para la economía nacional en general.

La dolarización, pues ni bien ni mal, creo que nunca fue un objetivo de la administración Flores Pérez utilizar la dolarización para crear desarrollo y si lo fue pues qué ilusos. La dolarización no es un fin sino una herramienta más, con la dolarización nadie dijo que habría menos pobreza y mucho menos que la inflación desaparecería, y es que no sirve para hacer milagros. La dolarización sí prometía dos cosas: reducir las tasas de interés y reducir la inflación, nada más. Ambas promesas se lograron aunque no generaron los frutos que se esperaban, con las tasas de interés aunque se redujeron no atrajeron mayores inversiones y los precios aunque ya no aumentaron tanto, la gente siempre seguía inconforme, y es comprensible, el ciudadano común ve el precio actual, el que dice la viñeta, no el que pudo haber sido sin la dolarización. Perdimos nuestra famosa política monetaria, ¿y qué? Miren a los gringos que gracias a su política monetaria ahora tienen la mayor crisis económica desde la Gran Depresión.

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