sábado, marzo 13, 2010

Héctor Samour, Secretario de Infelices Anónimos

¿Te sientes alienado, infeliz o con tendencias suicidas? No te preocupes, no estás solo. Lo que realmente sucede es que eres una víctima del imperialismo cultural de los Estados Unidos cuya ideología neoliberal está corroyendo tu carácter. Al menos esto parece deducirse de algunos planteamientos de Héctor Samour, el nuevo Secretario de Cultura nombrado por Mauricio Funes el viernes 12 de marzo. Ahora tenemos una enorme oportunidad para contrastar un planteamiento teórico, hecho desde el mundo académico, contra el llamado de la necesidad hecho desde la administración real de políticas culturales públicas.

Mi primera pregunta ante algunos de los planteamientos de Samour es ¿cómo se reconciliará esta visión que incluye la cultura dentro de un esquema de poderes globales en pugna contra la hegemonía económica-militar de los Estados Unidos con la necesidad de trabajar con los verdaderos representantes diplomáticos de los Estados Unidos, cuyo gobierno está financiando algunos de los programas de restauración y protección arqueológica en El Salvador? ¿Influenciará el realpolitik la visión de Samour sobre la cultura? Por lo demás, será fascinante ver qué descubre Samour desde su posición: la cultura, ¿está ahí, en expresiones ubicadas en los esquemas de poder? ¿o está en otro orden de las cosas? He aquí algunos fragmentos del pensamiento de Samour sobre la cultura y sus dos mayores enemigos, el imperialismo capitalista de los Estados Unidos y el mercado:

El proyecto de dominación imperial de carácter planetario, liderado por Estados Unidos, constituye hoy la principal amenaza para la soberanía de nuestros pueblos, los recursos naturales, el bienestar y los proyectos democráticos de América Latina y del mundo.
Héctor Samour se suscribió a esta Declaración redactada y firmada por los participantes del II Foro Internacional de Filosofía de Venezuela, Julio 10 de 2006.

Como consecuencia de la extensión e influjo de esta cultura [de mercado], se puede observar en importantes segmentos de población de las sociedades occidentales el avance de lo que algunos llaman la “corrosión del carácter”, el sálvese quien pueda y el consumismo más alienante, mientras que, paralelamente, proliferan las crisis personales y la infelicidad colectiva. En la “sociedad del espectáculo”, los individuos se relacionan entre sí a través del espectáculo, y en función de éste, configurándose una sociedad de masas, crecientemente atomizada y pasiva. La banalidad y el hedonismo insolidario de la sociedad del “entretenimiento” se consolidan, al mismo tiempo que progresa la decrepitud moral individual y colectiva. Lo cual crea el caldo de cultivo idóneo para la proliferación de toda suerte de comportamientos asociales, individuales y colectivos.
Héctor Samour, Globalización, cultura e identidad (formato pdf).

El neoliberalismo es hoy la máxima expresión de un pensamiento universalista, que piensa el mundo desde el centro y desde el poder, frente al cual el pensamiento negativo, el pensamiento normativo y utópico, parece encontrarse desfundamentado. Desde la ideología dominante en el mundo actual, se considera necesario, por lo tanto, la realización de profundas mutaciones culturales en aquellas sociedades del mundo periférico cuyos patrones éticos y culturales se consideran obstáculo para alcanzar el objetivo común de "desarrollo" que hoy se plantea. Se trata de las transformaciones que permitirían a estas sociedades "entrar a la historia", alcanzando a las sociedades industrializadas. [...]
En la medida en que el "capitalismo real" está causando deshumanización y empobrecimiento a la mayoría de la humanidad, ello nos indica una serie de exigencias y demandas para construir un nuevo modelo de organización económica, de convivencia social y de la construcción del sujeto humano (Rafael Díaz-Salazar, 1992). Justamente, para Ellacuría, la nueva etapa abierta con la caída del bloque socialista abre posibilidades para construir una "civilización del trabajo" que supere la "civilización del capital" (ver DMP, 1075-1080). El capitalismo en la actualidad no es sólo un modo de producción económica, sino un modelo de consumo, de vida, de cultura e, incluso, de estructuración y configuración de la personalidad individual y colectiva. Esta cultura engendrada por dicho sistema es la que está marcando la dirección de la civilización actual. En este sentido, "el imperialismo capitalista no es sólo económico sino también ideológico cultural" (R. Díaz-Salazar, o.c.). Este gusto cultural de masas creado por el capitalismo ha penetrado incluso en países como China y otras naciones del antiguo bloque socialista.
Lo grave es que esta cultura es una cultura de la alienación, un modelo de cultura que multiplica el individualismo, el darwinismo social, la insolidaridad, el egocentrismo y el afán de consumo.
Es una alienación que, paradójicamente, impulsando el individualismo, asfixia la posibilidad de realización de una subjetividad liberada y de una vida interior expandida. El problema de la soledad, del tedio, del aburrimiento o incluso del suicidio en países ricos es un reflejo, entre otros, de esta cultura capitalista de la alienación.

Héctor Samour, Historia, praxis y liberación en el pensamiento de Ignacio Ellacuría.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Aún no están suficientemente investigados el origen y el tratamiento de las conductas destructivas y autodestructivas que se manifiestan en nuestras sociedades. Por ello es bienvenido todo análisis serio de la problemática, como el que hace Héctor Samour. ¿No le parece a usted, por ejemplo, que el reciente asesinato de un joven del INFRAMEN por dos jóvenes del INTI es un caso típico de la "banalidad del mal" implícita en el "american way of life"? Bien puede usted estar en desacuerdo con las ideas de Samour, pero tal vez sería más provechoso para los lectores de este blog que usted nos expusiera sus razones en vez de su ironía y su sarcasmo.

Jorge Ávalos dijo...

Lo siento mucho si mi ironía y mi sarcasmo ofenden a alguien, pero elegí los fragmentos que puse aquí porque creí que demostraban con bastante claridad el objeto de mi sarcasmo. Los artículos de los que provienen pueden leerse completos si se siguen los enlaces, así que tampoco estoy tratando de forzar un argumento con pasajes sacados de su contexto.

1. El "origen" de "las conductas destructivas y autodestructivas" sí ha sido ampliamente investigado. Pero si se habla de tratamiento se tiene que hablar de tratamiento individual. Algunas conductas antisociales sólo se manifiestan en contextos sociales específicos y bajo ciertas condiciones. ¿Cómo se da tratamiento a un complejo social? No lo sé, pero tal vez se comienza por cambiar las condiciones sociales, ¿no es así?

2. No, el asesinato de un joven del INFRAMEN no es "un caso típico de la 'banalidad del mal' implícita en el 'american way of life'". Acaso hemos sido testigos del "salvadoran way of life". El término "banalidad del mal" fue acuñado por la filósofa Hannah Arendt para describir el caso de los campos de concentración en la Alemania nazi, un estado totalitario como el de la Unión Soviética. En "Eichmann in Jerusalem", Arendt se refiere a estos oficiales del ejército que no pensaban en lo que hacían cuando seguían órdenes y llevaban a cabo el exterminio de millones de judíos. En El Salvador, un ejemplo concreto de la banalidad del mal sería la negligencia del Ministerio de Salud ante la población femenina. La mayor causa de muerte de las mujeres en nuestro país es el cáncer cérvico-uterino. Ninguna mujer debería morir por esta causa porque es completamente prevenible por medio de educación de salud, la cual es mucho menos costosa que el tratamiento del cáncer. Durante década el Ministerio de Salud ha dicho que iniciará un programa de educación sobre el cáncer cérvico-uterino. Hasta la fecha no lo han hecho, y por esa razón la mayoría de mujeres salvadoreñas son lentamente asesinadas por un acto de pura negligencia gubernamental. Eso es la banalidad del mal.

3. Cuando Samour atribuye la alienación o el suicidio indistintamente a la ideología neoliberal, al consumismo o al capitalismo, debería sustentarlo. No es suficiente que diga que esto es así porque entonces peca de subjetivismo. Así como Karl Marx tuvo que entrar enteramente en la esfera de los estudios económicos para hacer una crítica del capitalismo, Samour necesita entrar en la esfera de la sociología para hacer una crítica del impacto cultural de la "ideología neoliberal", de las ideologías del mercado y del capitalismo. Samour necesitaría decirnos cuáles son los indicadores que demuestran que la "corrosión del carácter" se incrementa bajo el capitalismo en comparación con otros sistemas sociales, y necesita demostrar un relación entre causa y efecto. Si no, sus argumentos no tienen validez alguna.

Jorge Alvarado dijo...

Señor Ávalos, agradezco mucho sus convincentes argumentos y las verdades que ponen al descubierto, sobre todo en el caso de las muertes por cáncer cérvico-uterino.

Tan sólo quisiera añadir que el fenómeno de la banalidad del mal, analizado por Arendt a partir del "caso Eichmann", es una constante histórica no exclusiva de los estados totalitarios o de las sociedades excluyentes. Ocurre siempre que una persona se siente justificada y motivada para disponer de la vida de otra persona por razones de obediencia, de tradición o de simple moda (imitación gregaria). Este último es el caso de la conducta "tribal" de jóvenes que matan a jóvenes de otro grupo "rival".

Disculpe que el primer comentario haya sido "anónimo". Había interpretado "Normbre/URL" como "Nombre-y-URL", en vez de "Nombre-o-URL". Felicitaciones por su blog.

jorgealvarado99@hotmail.com

Jorge Ávalos dijo...

Esta "conducta tribal" obedece a otros factores. Creo que hay una gran diferencia entre un crimen cometido por un Estado que ha asimilado en su sistema el exterminio de grupos sociales y un crimen cometido por un individuo o por un grupo llevados por incitación social o estas "conductas tribales". Por supuesto que se trata de un mal banal, pero la sociedad ni las naciones pueden responder o tratar estos crímenes de la misma manera. Estos conceptos, como el de la "banalidad del mal" no se acuñan para crear generalizaciones sino para ayudarnos a conceptualizar un fenómeno y permitirnos articular una respuesta adecuada a ese fenómeno.

Jorge Alvarado dijo...

Todo homicidio (sea masivo, como el genocidio, la guerra nuclear o la limpieza social; sea de una sola victima) presupone la devaluación de la(s) víctima(s) a la condición de objeto(s) superfluo(s). El concepto arendtiano de "banalidad del mal" consiste justamente en la "superfluidad" o "desechabilidad" de las personas, como demuestra Richard Bernstein, por ejemplo, en su ensayo "¿Son todavía relevantes las reflexiones de Hannah Arendt sobre el mal?" (ver el link: www.pucp.edu.pe/cipher/docs/bernstein.pdf), del cual copio algunos párrafos conclusivos:

"Esta es la lección principal de la banalidad del mal. Uno no tiene que ser un monstruo, un sádico o una persona viciosa para cometer actos terribles y malvados. Las personas normales en su vida diaria, “los ciudadanos decentes”, incluso líderes políticos respetables, que están convencidos de la rectitud de su causa, pueden cometer actos monstruosos. Las condiciones burocráticas y tecnológicas de la modernidad hacen de esto un fenómeno mucho más plausible y peligroso. Pero, como enfatiza Arendt, esto no mitiga la culpabilidad y responsabilidad de quienes cometen estos actos. Arendt desea que afrontemos honestamente la “paradoja” de que si bien las personas normales pueden cometer acciones horrendas incluso sin intenciones deliberadas, son sin embargo completamente responsables de estos actos y deben dar cuenta de ellos.(...) Arendt nos compele a enfrentar la difícil y dolorosa pregunta acerca del significado del mal en el mundo contemporáneo, la facilidad con la cual se vuelve a los seres humanos superfluos, la debilidad de la así llamada “voz de la conciencia”, las formas sutiles de complicidad y cooperación que “acompañan” a los actos asesinos. Desafortunadamente, no son asuntos que se restrinjan al horror nazi. Están todavía en gran medida con nosotros, y exigen que luchemos contra ellos una y otra vez."

Quisiera hacer resaltar la afirmación de Bernstein: "Las condiciones burocráticas y tecnológicas de la modernidad hacen de esto un fenómeno mucho más plausible y peligroso..."

Precisamente en estas condiciones burocráticas y tecnológicas de la modernidad (comunes al capitalismo, al nazismo y al stalinismo) están las raíces de la "banalidad del mal", analizada por Arendt, y de la "corrosión del carácter", analizada por Héctor Samour en el ensayo que usted, señor Ávalos, citó en su blog tan desdeñosamente.

Las afirmaciones de Samour, como las de Arendt y Bernstein, no son mera ideología sino análisis filosófico y politológico. Y hacen falta más investigaciones de este tipo, no sólo más investigación sociológica (cuantitativa o cualitativa), para poder "comprender" y "tratar" con éxito nuestros graves y dolorosos problemas sociales y culturales.

Jorge Ávalos dijo...

No he leído el ensayo de Bernstein pero esto no hace más que confirmar lo que dije antes; de hecho, por estas mismas razones tomé como ejemplo el Ministerio de Salud de El Salvador.

Sobre si utilicé los argumentos de Samour desdeñosamente... No, lo utilicé irónicamente, es decir, con distancia crítica. Sucede que los mismos argumentos de Samour despiertan sospecha porque están mal argumentados. Parten de una grave falacia, así que no me queda más que repetir lo que digo en mi primera respuesta: "Samour necesitaría decirnos cuáles son los indicadores que demuestran que la "corrosión del carácter" se incrementa bajo el capitalismo en comparación con otros sistemas sociales, y necesita demostrar una relación entre causa y efecto. Si no, sus argumentos no tienen validez alguna." Es así de simple.