Hace un par de días un grupo de jóvenes logró un papel protagónico en las noticias, un tal Movimiento de Estudiantes No Aceptados (Mena). La mayoría ocultó su rostro de las cámaras, otros vistiendo al estilo "emo" o al estilo "punk", declararon quiénes eran y qué querían. Cuando una amiga periodista los vio y los escuchó se llevó la mano a la frente formando una L y gritó en inglés: "Loosers!". Esto quiere decir "perdedores", aunque la traducción más fiel sería "mediocres".
¿Quién conforma este grupo que despierta reacciones tan viscerales? Estudiantes "no aceptados" por la Universidad de El Salvador. Es decir, estudiantes tan malos, tan mediocres que ni la Universidad de El Salvador, que podría aceptar a cualquiera, puede aceptarlos sin riesgo de perder su acreditación académica. ¿Qué piden estos estudiantes rechazados? Como pueden leer en la propaganda que distribuyeron y pegaron en las calles por doquier, piden la "nacionalización sin indemnización de las universidades privadas", porque creen que estas "deben ser puestas a andar al servicio de los trabajadores e hijos de los trabajadores". Es decir, exigen privilegios que ni merecen ni pueden costear, y los quieren pagados con los impuestos de los trabajadores.
Dos comentarios sobre esto. Primero, nadie niega de que existen los privilegios de clase en El Salvador, pero en las universidades, públicas o privadas, hay privilegios que sólo se obtienen por el mérito académico personal de cada estudiante; la ESEN puede ser una universidad élite, pero si los estudiantes no tienen la elevada capacidad académica que su programa exige, son rechazados, no importa quién pague la cuenta. En segundo lugar, el Estado no ha invertido ni invierte en las universidades privadas, por lo tanto éstas son un valor agregado al sistema de educación superior; nacionalizarlas, como proponen los "estudiantes" significaría robar recursos generados por civiles, propietarios, accionistas, trabajadores y estudiantes, una acción llamada confiscación y explícitamente prohibida por la Constitución de la República.
Ayer, un grupo denominado Movimiento Universitario de Solidaridad Académica (Musa) pero integrado por los mismos jóvenes del grupo Mena se tomó las instalaciones de la Universidad Nacional, dejando fuera a los verdaderos estudiantes y paralizando las actividades universitarias. Esta vez los jóvenes dicen que quieren que se amplíe el cupo de ingreso para las facultades de Derecho y Medicina, y quieren gozar los beneficios de esa reforma. Es decir, los peores estudiantes del país quieren ser los abogados y médicos de mañana.
Para los salvadoreños, esta ocupación a la fuerza de la Universidad Nacional no tiene nada de extraño. El actual rector, Rufino Quezada, se valió de esta táctica para generar la impresión de que la universidad necesitaba reformas sociales más que las reformas educativas que quería hacer la ex rectora María Isabel Rodríguez, las cuales habrían elevado las exigencias académicas y habrían financiado el desarrollo profesional y científico de la institución. Ahora Quezada no sólo propone hacer las reformas educativas que tanto atacó, también reconoce que las reformas sociales son imposibles porque no hay dinero y porque acaba de descubrir que la única razón por la que una universidad puede solicitar créditos internacionales es para implementar planes de inversión en su desarrollo profesional y científico. Increíble pero cierto, Rufino: ningún banco internacional da dinero para que una universidad inscriba más estudiantes sin méritos académicos, ¡quién lo habría imaginado! En fin, ¿qué opina el rector ante esta situación? Bueno, quiere hacer lo que nadie ha hecho desde el fin de la guerra: ha solicitado tropas policiales para que entren a la universidad y desalojen a los revoltosos con el uso de la fuerza.
jueves, febrero 19, 2009
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