lunes, junio 04, 2007

Veinte comunistas locos

Ser crédulo no es bueno en un mundo donde las palabras pueden torcer o magnificar los datos, al mismo tiempo que tratan de influir en nuestras valoraciones. Manejar la sospecha sin criterio también es arriesgado porque incluso ahí donde los hechos se deforman pueden haber rastros valiosos de lo cierto. No podemos sostener la teoría maniquea de que todos los periodistas están teledirigidos. Pero tampoco es malo recordar que a veces “una persona no sabe para quien trabaja” y tampoco es malo recordar que los periódicos tienen una línea editorial y una agenda informativa que no siempre se hayan a salvo de orientaciones ideológicas. La sospecha, como forma de lectura, es el mecanismo de defensa que tiene el público para impedir que le vendan gato por liebre. El periodismo, como cualquier otro discurso con pretensiones de veracidad, debe someterse a la mirada crítica del lector y más cuando sabemos que no todos los reportajes son inocentes. (...) El partido gubernamental, como cualquier otro, tiene una política de trato con los medios informativos. El poder sabe cómo influyen radio, televisión y prensa en los avatares y el perfil de la opinión pública. No es extraño, pues, que una de las batallas de la pugna por el poder se libre en el seno de la opinión pública. Lenin sabía que veinte comunistas locos no eran nada si carecían de un periódico de proyección estatal.
Álvaro Rivera Larios, Reportaje y sospecha, El Faro, 4 de junio de 2007.

El debate sobre la columna de Paolo Luers continúa, con opiniones muy diversas, como la de Ana María Echeverría, viuda del poeta Roberto Armijo, la de David Escobar Galindo, la de Salvador Samayoa y la de Rodrigo Samayoa entre muchos otros. La diversidad de opiniones me sorprendió. La columna de Rivera Larios, de la cual cito un fragmento, defiende el derecho de Luers de cuestionar el reportaje de Ricardo Valencia sobre la relación entre la KGB y el Partido Comunista Salvadoreño; su argumento se centra en el valor de la sospecha como una herramienta crítica para el público lector (vale la pena, creo, preguntarse por qué recurre en este contexto a una famosa frase de Lenin). Con excepción de la opinión de Rivera Larios, que está en su columna De aquí, de allá, las demás se encuentran en la sección Cartas a El Faro, que esta semana tiene tres páginas, la uno, la dos y la tres.

1 comentario:

Anónimo dijo...

No soy periodista, y dioguarde ni quiero serlo; pero siento que con este fulano de Louer se la han tomado mas a lo personal.

No habia leido su tal opinión, hasta ayer que la lei en el enlace que dejastes. Quizas ustedes entre periodistas se conocen sus propios chanchullitos, y aunque chucho no come chucho, y quizas a este no se lo han comido suficiente, pero lo que lei de la opinión de Louer es tan tapuda e irreverente como lo que el siempre ha escrito. Me parece tan igual a las demás que se pierde entre todas.

Lo que tiene de especial es que esta vez menciono por su nombre a fulanos que se creen (como lei la definición de hunnapu) se creen "vacas sagradas" pura, indomitas e intoclitas. O sea que se creen semidioses y adalides. Y como son mas trompudos que el propio trompudo-palomudo & cia. le fueron a torcer el brazo a dadita.

Y entre la libertad de expresión y el pan nuestro de cada dia ¿en mi pais, quien escogeria la primera?