En los últimos diez años, tres periodistas habían sido asesinados. Hasta ayer, cuando Salvador Sánchez Roque, de 37 años, fue ultimado a balazos a las 7 de la mañana. Sánchez Roque trabajaba como reportero radial para Radio Mi Gente, aunque también era corresponsal de las estaciones de radio Maya Visión e YSUCA.
Familiares, vecinos y la Policía Nacional Civil (PNC) creen que el crimen fue cometido por miembros de las pandillas, que habían tratado de asesinarlo dos años antes. Según El Diario de Hoy, se maneja otra hipótesis: podría tratarse de una venganza, dado que “el comunicador fue testigo del crimen de un taxista en las cercanías de su casa el año pasado”.
Ayer, durante la marcha de los alcaldes que yo seguía, la noticia se comenzó a difundir a través de los megáfonos de manera muy objetiva. Pero después, gradualmente, la historia fue cambiando. De ser un crimen cometido por mareros pasó a ser “un atropello contra la libertad de expresión”, al punto de que cuando los manifestantes llegaron a la Asamblea Legislativa, hablaban de un posible crimen cometido por el Estado. “Si pueden matar impunemente a un periodista, ¿a quién matarán después?”, gritó por medio de un megáfono una una mujer que se identificó como una “comunicadora”.
Una acusación así es sumamente irresponsable. El crimen de Sánchez Roque es un dramático ejemplo de la violencia y la impunidad en que vivimos, pero todavía no hay una determinación científica que pruebe quién lo asesinó ni que nos lleve a comprender cuál fue el motivo. Sólo una investigación nos dará respuestas a esas preguntas. Al manipular esa noticia y al hacer énfasis de ese giro tendencioso, se perdió el enfoque de la manifestación de los alcaldes del FMLN ante la Asamblea Legislativa, quienes solicitaban un incremento a la inversión estatal en los municipios. El planteamiento conspirativo sobre la muerte del periodista radial se sentía improvisado y los presentes sabían que no tenía fundamento, porque todavía no había suficiente información sobre los hechos.
Por otro lado, si se abusa de un tipo de denuncia, sin tener como base la verdad, se cae muy rápidamente en el síndrome de Pedro y el lobo: si llega el momento en que esto suceda en realidad, nadie lo creerá. Las falsas denuncias desgastan a las instituciones y crean indiferencia entre la ciudadanía.
Otros periodistas asesinados en El Salvador
Según datos publicados en La Prensa Gráfica y en el Diario Co Latino, otros tres periodistas han sido víctimas de homicidio en la última década.
El 24 de agosto de 1997, Lorena Saravia, locutora de RCS fue asesinada. Su cuerpo apareció con un balazo en la cabeza en una finca del volcán de San Salvador. Se presume que fue víctima del crimen organizado.
El 28 de agosto de 2006, Douglas Hernández, un periodista de La Prensa Gráfica, de 26 años, fue asesinado a balazos en una cooperativa que frecuentaba, en El Congo, departamento de Santa Ana.
El 8 de mayo de 2007, el corresponsal de deportes de radio YSKL, Alirio Alfredo Chávez, fue herido a balazos al interior de una renta de autos, de la cual era propietario, en el Barrio El Ángel, Sonsonate. Murió un día después. Se presume que su asesino fue un pandillero que trató de extorsionarlo.
Cobertura inicial del asesinato de Sánchez Roque
A los que suelen criticar a El Diario de Hoy por su postura editorial, quiero señalarles que el periodismo policial de este periódico es muy superior al de La Prensa Gráfica. La cobertura de un crimen debe partir, al principio, de un recuento de todos los detalles posibles. Debe ser una “nota dura” que responda a las preguntas básicas: cuándo, dónde, cómo, quiénes presenciaron el hecho, cuáles son las hipótesis que explicarían el por qué del crimen, cómo respondió la policía y hacia dónde apuntan sus hallazgos iniciales. Si es necesario deben incluirse descripciones físicas relevanes. Es importante consignar todos estos datos desde el principio para que sirvan como insumos para la cadena de noticias diarias que podrían generarse a partir del hecho.
Esta es una oportunidad para comparar diferentes tipos de cobertura en tres artículos publicados este día, 21 de septiembre de 2007.
La nota de El Diario de Hoy sigue la directriz de un reportaje de campo, que incluye una visita al lugar, entrevistas y corroboración de los hechos.
Al reportar la misma noticia, La Prensa Gráfica recurre a un formato anecdótico y no incluye ninguna información substancial sobre el crimen en sí (no sé por qué y espero que esto no sea característico de la cobertura de sucesos por parte de ese medio de prensa).
En el Diario Co Latino la noticia fue el tema de la portada y de la columna editorial de ayer (es un periódico vespertino). La noticia sólo anota unos cuantos datos, a pesar de haber estado presente en la escena del crimen, y le da un énfasis político a la nota, entrevistando a diputados de diversos partidos, pero sin editorializar la información. Además recoge esta belleza, una declaración del subdirector de investigaciones de la PNC, Héctor Mendoza Cordero, que pretende explicar, antes de iniciar la investigación, por qué cree que el periodista fue víctima de las maras: “porque los pandilleros tienen problemas psicológicos”. El editorial del Co Latino, a pesar de no tener argumentos para sustentar su opinión, se apresura a decir que “ha habido un atentado contra la libertad de expresión”.
Postcript
En el periódico español El País, se publicó hoy (22 de septiembre, fecha de España) una nota escrita por Juan José Dalton: Un periodista crítico con el Gobierno asesinado a tiros en San Salvador. Las declaraciones de la familia, que fueron recogidas con bastante consistencia en todos los medios al inicio, han cambiado. Todos los periódicos indicaron al principio que Sánchez Roque le había dicho a su familia que estaba bajo amenaza, pero sin especificar de quién; sin embargo, los familiares afirmaron que las amenazas provenían de las maras, porque lo habían tratado de matar una vez antes. Los medios para los cuales trabajó Sánchez Roque mantienen que lo que hay que demandar de las autoridades en este momento, es una investigación seria que lleve al hallazgo y al castigo de los culpables. He aquí un fragmento de la nota de Dalton:
Sin dar muchos detalles, los jefes policiales aseguraron a los medios de prensa locales que el móvil del asesinato de Sánchez no habría sido el robo, ya que no fue despojado de ninguna de sus pertenencias. El padre de Sánchez, Humberto Sánchez, explicó a EL PAÍS que días antes su hijo le había dicho que en “cualquier rato lo mataban” por su trabajo periodístico en las emisoras la Cadena Mi Gente, Maya Visión y YSUCA —ésta última de la Universidad Centroamericana (UCA)—, para las que a diario cubría temas variados de tipo social y político.
David Rivas, director de la Cadena Mi Gente, manifestó en el entierro, que el gremio de los periodistas “estaba consternado por la lamentable pérdida. No podemos culpar a alguien ni hablar expresamente de los móviles, pero las autoridades deben hacer un trabajo serio de investigación para dar con los criminales y que sean llevados a la justicia”.
Ver también: La Sociedad Interamericana de Prensa condena asesinato de periodista salvadoreño.
viernes, septiembre 21, 2007
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7 comentarios:
Lo que vos razonas también se le puede aplicar a la declaración de la policia de que los posibles autores fueron los mareros. Esa hipótesis es utilizada para explicar la mayoría de los casos de violencia que quedan impunes en El Salvador y tampoco procede sostenerla, a priori, sin pruebas.
Tanto una como otra hipótesis son probables y por eso mismo no procede declararse a favor de una, al menos en las étapas iniciales de la investigación. Tal parece que la policía a priori descarta la posibilidacde la violencia política y esa posición ya es una posición oficialista.
Mi artículo es una llamado a ser sensatos.
Esto es lo que escribí: "Familiares, vecinos y la Policía Nacional Civil (PNC) creen que el crimen fue cometido por miembros de las pandillas, que habían tratado de asesinarlo dos años antes."
De ninguna manera he "razonado" una conclusión. De hecho, el primer argumento de mi post es que no se puede sacar una conclusión sin que haya evidencia que la sustente, tal y como lo exige la justicia y tal como debería suceder en un estado donde se respetan los derechos humanos.
No es verdad que tanto una como otra hipótesis sean igualmente probables. Los familiares y los vecinos que conocían a Sánchez Roque creen que él fue víctima de pandilleros. Ellos lo conocían, conocen el barrio donde vivía y el grado de violencia en que viven. Así que ellos podrían estar más cerca de la verdad que una persona que improvisó una conclusión mientras participaba en una marcha, pero que nunca antes había oído hablar de Sánchez Roque (ni siquiera sabía su nombre), que no había estado nunca en el lugar de los hechos. Esa persona no planteó una hipótesis, más bien se sacó una denuncia falsa de la manga. Por eso no sorprende que el Diario Co Latino, por ejemplo, escribiera ayer en la noticia que Sánchez Roque "se sumó esta mañana a las víctimas de la delincuencia que azota el país".
Yo sí señalé que el subdirector de investigaciones de la policía había hecho un comentario que denotaba un claro prejuicio contra las pandillas, pero no se puede decir, por ahora, que ha descartado otras posibilidades "a priori".
El procedimiento de la policía se parece al de los médicos: cuando el primero es confrontado con un crimen y el segundo con un grave síntoma, ambos deben pasar por un proceso de "descartar" la causas probables. Para hacerlo deben examinar, desde la causa más probable hasta la menos probable, hasta determinar cuál fue el origen del hecho. En este caso, porque toda la evidencia testimonial apunta a ello, los más probables hechores son pandilleros. Así que la policía debe investigar esto primero y si no puede resolver el caso por esa vía, entonces moverse a otra hipótesis. Esa es la manera profesional de hacerlo.
Si llegas a un médico y le dices que has tenido dolores en el centro del pecho, tenés que saber que la causa más probable de ese síntoma es acidez estomacal. Pero la causa más peligrosa es una afección cardíaca. Por eso, el trabajo médico obliga a descartar probabilidades. El médico, al igual que un policía que investiga la escena del crimen, tendrá que comenzar recogiendo pruebas físicas y haciendo preguntas. Eso es lo lógico, lo racional y lo profesional.
No hay, hasta donde yo sé, ningún hecho, ni siquiera circunstancial, que ligue este hecho a "violencia política". Esto también lo digo yo y yo no trabajo para el gobierno, es decir, la mía no es una posición oficialista, simplemente, por ahora, la "hipótesis" de que este es un crimen motivado por razones políticas no es una opción racional.
Esa hipótesis no es muy probable porque todavía no ha surgido nadie que abogue, con conocimiento de causa, esa posición. La misma gente de los lugares donde trabajaba han expresado, hasta ahora, que el radista, que comenzó a trabajar como periodista freelance hace tres meses (antes era técnico), fue víctima de la violencia.
Yo sé que lo que voy a comentar acá no viene al caso, pero todo esto, de alguna forma, me parece coincidente con una idea que me surgió hoy por la mañana al leer un artículo de Álvaro Vargas Llosa en El Diario de Hoy (21/09/2007). Vargas Llosa trata de explicar cómo es que un personaje tan estridente como Hugo Chávez llegó a ser presidente de Venezuela; a grosso modo nos dice que todo se debió a una pérdida de confianza de la población en las instituciones democráticas. En los últimos años la izquierda salvadoreña, ha estado propagando rumores que pretenden desprestigiar las instituciones de nuestra joven democracia; ya se escucha en el horizonte un posible fraude de la derecha para las elecciones de 2009 porque supuestamente hay corrupción en el Tribunal Supremo Electoral; que no se puede confiar en la policía; y ahora que hay crímenes políticos para reprimir la libertad de expresión. Talvez no he vivido lo suficiente para opinar, pero creo que no podemos comparar la situación en la que vivimos actualmente a la que les tocó vivir a los salvadoreños en las décadas anteriores a los 80’s bajo las dictaduras militares. Mi problema no es que el FMLN critique a ARENA, como oposición tiene todo el derecho y hasta el deber de hacerlo; el meollo negativo de esto, es atacar sin fundamento la credibilidad de las instituciones, las cuales incluso sirven a los intereses de todos los partidos por igual bajo un esquema democrático. Por supuesto que las instituciones públicas sufren corrupción, pero es como una casa que entre todos estamos construyendo, de vez en cuando le saldrán goteras al techo o tendremos fugas de agua en las cañerías, pero tenemos que confiar en nuestra capacidad para seguir haciendo un mejor hogar; no podemos darnos el lujo de cambiar de casa y empezar de cero simplemente porque hay rumores de que habrá un terremoto.
Toda esta desinformación es en parte generada por la polarización política a la que estamos sometidos, y ahí sí podríamos hablar perfectamente de una especie de represión psicológica. La del Frente la acabo de abordar; igualmente, los areneros se han quedado sin una idea clara de lo que en verdad es desarrollo y ahora sólo se autoproclaman paladines de la libertad contra un supuesto cambio de sistema; ellos mismos pecan en este caso de incredulidad en la institucionalidad de este país, que a Dios gracias es más sólida que la que tuvo Venezuela.
La información es poder visible y la desinformación un veneno sigiloso. Nuestros políticos prefieren la segunda opción sin importarles nada.
Creo que voy a tener que imitar a El Visitador y crear un destacado con la frase de la semana. La de esta sería: "La información es poder visible y la desinformación un veneno sigiloso."
Gracias.
Lo más probable pertenece muchas veces al ámbito de la experiencia previa y del marco informativo de la gente. Esa experiencia previa y esa información permiten establecer una jerarquía de probabilidades que en ningún momento, a falta del exámen de las pruebas y los testimonios recogidos, traspasan el reino de la opinión. En ese sentido, y en la étapa inicial de la pesquisa, lo que crean los familiares, lo que crea la policia , lo que creas vos, lo que crea yo, no dejan de ser hipótesis más o menos apoyadas en indicios.
Cuando sucedieron los atentados de los trenes en Madrid, el marco de la experiencia previa de la gente los asoció con ETA (eso era para muchos lo más probable), pero los datos crudos y la investigación y el trabajo de la prensa demostraron que dicha asociación (la más probable) no era la más correcta.Para la policía , y aquí entran en juego los recursos humanos,cada hipótesis era una linea de trabajo que no podía descuidar. De hecho priorizar a ETA,como hizo el gobierno de España en aquel momento, le dio cierta ventaja de tiempo a los verdaderos terroristas.
Lo profesional, para un policía ,es decir que se está trabajando y que hay dos o tres líneas de investigación. Lo que mo puede hacerse es, basándose en lo más probable, señalar a los mareros como los más probables autores del crimen. Porque en principio, y a falta de una mayor y mejor investigación, caben otras hipótesis.
En ningún momento he afirmado que éste sea un crímen político,sólo que me parece curioso que la policía excluya desde el principio, a priori, que éste pueda serlo (dada la profesión y la ideología de la víctima).
Repruebo a quienes señalan autorías a partir de creencias, indicios o suposiciones, pero comprendo el miedo de la gente a que pueda iniciarse una campaña selectiva de asesinatos. La violencia de las pandillas y la impunidad reinante son el teatro idoneo para que aparezcan los grupos de exterminio. Si la policía fuese más eficaz y más profesional habría menos espacio para tales temores.
GIOSV tiene razón pero echa el peso de la culpa principalmente a la oposición. Que la gente desconfíe de las instituciones es también responsabilidad del gobierno: Probidad, el MARN,baterías Record,etc,etc. Todos los actos de corrupción y dejación de funciones son ejemplares en el sentido negativo: erosionan la credibilidad de las instituciones y esparcen la cultura de la sospecha. No es bueno generalizar ni alimentar arbitrariamente la desconfianza en las instituciones, pero hay una serie de hechos que explican, aunque no justifican, esa psicología de la sospecha.
En la desinformación, que existe, hay mala voluntad. Pero no confundamos la desinformación con los prejuicios y las "asociaciones" mentales que hace la gente (éstas últimas pueden ser hijas de la tendencia ideológica). Yo comprendo al manifestante que, al recibir la noticia, prejuzgó sobre la autoría del asesinato de Sanchez, no creo que el suyo fuese un acto deliberado de desinformación. El caso de los periodistas es distinto: están habituados a tratar con los hechos y tienen un metodología de trabajo y unos principios deontológicos para cribar la información. En ese plano, y en algunos casos, puede darse la desinformación como acto deliberado, pero no siempre.
Qué buen comentario.
Cuando comencé este blog estaba harto de los análisis en blanco y negro. Me interesan los matices y me parece que estás aportando muchos matices a esto. Y lo agradezco. Tengo que decir que estoy de acuerdo, pero al mismo tiempo me parece justo señalar que los actos realizados por prejuicio son tan dañinos como los actos deliberados. Así que comprendo los motivos de la manifestante, pero sé que el suyo es un acto deliberado de desinformación. ¿Por qué? Porque al transformar la información concreta en algo diferente sabe que puede hacer esto sin problema por el poder que un megáfono tiene en el contexto de una marcha. Es, en mi opinión, un abuso tan claro como el que una empresa mediática podría cometer a escala nacional. Todo es relativo: en el contexto de una marcha un megáfono es tan poderoso como un medio impreso en el contexto nacional; de hecho, es aún peor porque es el único medio de comunicación masiva durante la marcha.
La acción política, en un ambiente como el de El Salvador debe apostarle a la lucidez intelectual, siguiendo lógicas impecables en lugar de ataques precipitados y sin fundamento. Escribiré otro post para elaborar sobre este punto, porque me parece importante.
Evidentemente los prejucios son dañinos y yo te diría que hasta muy dañinos. Pero distingamos los efectos que causa una información prejuiciada, de los que provoca la desinformación.
En la desinforamción hay un elemento claro de intencionalidad. La produce alguien que distorsiona un hecho con un fin premeditado. Quien desinforma sabe que su juicio no está refrendado por los hechos, pero lo emite porque su objetivo no es contar la verdad sino que hacerle daño a un tercero.
Quien desinforma es cínico.
Aquí hay,por ejemplo, una izquierda prejuiciosa y dogmática que hace muchísimo daño a las personas e instituciones que elige como objetivos. Gran parte de esa izquierda se cree lo que dice, porque no distingue sus suposiciones y sospechas de lo que es una certeza. En esa medida se les puede absolver de desinformación, aunque no estén a salvo de hacer una propaganda rastrera (en la que ellos creen).
El tema es discutible, pero hay seguimos mañana.
Un abrazo, Ávalos, y que tenga pequeñas diferencias con vos no significa que no aprecie tu trabajo. Las diferencias son el motor que nos ayuda a depurar las ideas.
Y ya por último... que comprenda a la manifestante no significa que la justifique.
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