sábado, marzo 07, 2009

El FMLN bajo una terapia de realidad

Una entrevista con Gerson Martínez

El programa del FMLN ha recibido fuertes críticas por parte de algunos analistas políticos. A ellos, el diputado Gerson Martínez —quien coordinó la elaboración del programa— los acusa de ser “dogmáticos”. Por otro lado, hay analistas que ven en ese documento un “gran ideario” pero creen que sería muy difícil que un gobierno del FMLN lo pueda cumplir debido a que la oposición a un gobierno de izquierda dominaría el balance de fuerzas en la Asamblea Legislativa e impediría la creación de leyes necesarias para implementar sus propuestas.

Las posiciones del FMLN como fuerza de oposición solían ser taxativas, pero para estas elecciones se han matizado mucho, ¿o no?
Son igualmente taxativas y categóricas, pero no podemos negar de que hay un sentido de madurez. Todos en el país hemos recibido una verdadera terapia de realidad, y eso no puede negarse. En eso radica, justamente, la consistencia de las propuestas de Mauricio Funes.

Hay elementos nuevos que contrastan con las posturas tradicionales, por ejemplo, una política más definida hacia la gran empresa.
En los programas anteriores aparecía, pero implícito. Ahora aparece muy, muy explícito, y es la política que Mauricio ha llamado “fortaleza empresarial”. Es un conjunto de políticas que contiene, primero, las políticas para el desarrollo de las micro, pequeñas y medianas empresas, que siempre existió; y segundo, que hoy va explícito y con mucho desarrollo, es la política hacia la gran empresa, bajo el gran objetivo de crear el clima de negocios que proporcione seguridad jurídica, igualdad ante la ley y condiciones favorables para que la gran empresa nacional y extranjera aumente sus inversiones, desarrolle productividad y de esa manera contribuya al desarrollo nacional logrando niveles sostenibles de rentabilidad.

El FMLN, ¿favorecería más al desarrollo de la gran empresa?
El programa también incluye una política para el fortalecimiento de la microempresa, que los economistas llaman el sector no formalizado. Hay que apoyarlas para que se capitalicen y que, producto de su desarrollo y su fortalecimiento, puedan entrar a la economía formal. Esto no puede ocurrir como producto de una política coercitiva que los lleve a la fuerza a la formalidad.

Sin embargo, los mayores generadores de empleo en el país son la pequeña y mediana empresa. ¿No es para este sector para el cual se necesitan las políticas más claras?
Todos los sectores crean empleo, unos más que otros. Hay que privilegiar el apoyo a aquellos sectores que generen empleo masivo, estable y digno. En el programa se apuesta a un El Salvador productivo: a desarrollar el tejido productivo nacional, el tejido industrial, el tejido de las pequeñas y medianas empresas, y el tejido agropecuario porque ellos generan el 70 por ciento de los empleos Ahí está la clave para resolver el problema del desempleo.

Al principio de la campaña se acercó Funes a la gran empresa, pero el sector privado se ha mantenido al margen. A pesar de algunos roces, la actitud de los gremios del sector privado ha sido mantenerse al margen de las campañas electorales. ¿Por qué cree que es así?
Para que el país evolucione hacia un concurso de voluntades entre el sector privado, la ciudadanía, el estado y la política, eso es clave. Pero al mismo tiempo hay que demarcar claramente las fronteras: quién está dedicado al mundo de los negocios y quién al mundo de la política. Pero que ni el Estado tenga una política intervencionista más allá de lo razonable, ni que tampoco haya grupos económicos politizados. Zapatero a tus zapatos.

Si el Estado no debe tener “una poltíca intervencionista más allá de lo razonable”, ¿cuáles medidas intervencionistas cabrían dentro de lo razonable?
¿No será que a veces se tiene una doble moral? El precio del dinero es el precio más importante de la economía y está fijado en virtud de una disposición del Estado, entonces, ¿en qué quedamos? El Estado debe tener en la economía tanta regulación como sea necesaria, pero que no coarte la iniciativa privada. Justamente la regulación sirve para tutelar y fortalecer las libertades económicas.

¿Cómo tutela un Estado la libertad y con qué fin?
Yo lo invito a que consulte el panorama económico y social de América Latina. Según el índice de CEPAL, el país que menos invierte en gasto social es El Salvador, durante la época del “Arenato”. Se nos dice que es un éxito la reforma fiscal porque se ha elevado la recaudación, ¿pero de qué sirve si somos el Estado que menos invierte en gasto social para su propio pueblo?

ARENA respondería que el país tuvo que transisionar de una guerra y buscar, primero, la estabilidad macroeconómica. Esto es lo que ha sostenido desde que Cristiani llegó a la presidencia: de que el desarrollo económico es progresivo y se construye bloque a bloque, comenzando por la estabilidad macroeconómica. Entonces, a partir de ese planteamiento, la gran interrogante es: ¿considera el FMLN que se logró cumplir este objetivo: una economía estable para implementar políticas de desarrollo social?
Cada año 72 mil salvadoreños logran cruzar la frontera de los Estados Unidos. ¿Cuál es la estabilidad que tenemos? En realidad la estabilidad económica es todavía un gran objetivo a consolidar, y para lograrlo se requieren políticas de Estado, y no sólo de Estado sino de nación, porque el gran consenso que necesita el país no sólo es de las fuerzas políticas sino también de los ciudadanos contribuyentes y de los sectores económicos. El Estado no es patrimonio de los políticos.

El programa de Mauricio Funes, como usted lo llama, incluye muchas propuestas que exigirían cambios al marco legal. ¿Cómo lograrían concenso si el balance de fuerzas en la legislatura no le permite la gobernabilidad a un gobierno del FMLN?
Usted como comunicador debe saber que gobernabilidad es una condición que viene dada, que se origina en la satisfacción de las necesidades y aspiraciones de una sociedad. Pero la gobernanza, eso viene dado por la capacidad de un gobierno de aplicar su programa. Hay que combinar ambas cosas, y para eso es importante una gestión gubernamental democrática, es decir, sustentada en el consentimiento ciudadano. Y en segundo lugar también una gestión democrática sustentada en la construcción de consenso con las fuerzas políticas, pero también con las fuerzas económicas. Todo gobierno tiene que contribuir a sedimentar un verdadero consenso nacional.

Si el actual balance de fuerzas en la Asamblea se mantiene, un gobierno del FMLN tendría una oposición tenaz que no le permitiría implementar sus propuestas.
Yo no le temo a una oposición inteligente, efectiva y bien intencionada, porque si hay buena fe no le quepa duda de que vamos a coincidir con esa oposición. Obviamente, no nos podemos poner de acuerdo en un cien por ciento, ni creo que sea deseable. Pero sería muy poco inteligente si no nos ponemos de acuerdo en nada. Proponemos entonces comenzar con un mínimum vital de acuerdos. Pongámonos de acuerdo en asegurarle al país el financiamiento sostenible y ascendente de la educación hasta el año 2021. O asegurar el financiamiento de la salud pública, del agua potable, del apoyo agroalimentario, y que esté asegurado independientemente de cual sea el signo de éste o del otro gobierno. Necesitamos iluminar el mediano horizonte y superar a aquel tipo de gobernante que no ve más allá de su nariz.

Sin duda, el próximo gobierno tendrá que buscar solución a una crisis económica.
En ese marco, uno de los elementos más golpeantes de la crisis es la inflación. En este caso la inflación dolarizada que golpea a la familia. ¿Es o no importante controlar la inflación? ¿Es o no importante estabilizar los precios de la medicina, de los frijoles o del arroz? Estratégicamente lo que hay que apoyar, con una visión de mediano y largo horizonte, es la producción agroalimentaria. Sería deseable la autosuficiencia pero no siempre es posible.

Expertos dicen que ni es económicamente rentable sembrar frijoles donde se deberían sembrar frutas o flores ni destruir la fertilidad del suelo en nombre de la seguridad alimentaria.
Todos los unilateralismos se dogmatizan y son perversos. Si nosotros queremos que el país avance a una producción diversificada de frutales y flores en nuestros campos, excelente. Pero hay que resolver el problema agroalimentario que tenemos ahora. El gobierno defiende, dogmáticamente, que los subsidios deben ser generalizados porque el país tiene holgura fiscal. Pero, ¿qué hay que subsidiar, el consumo o la producción? Cualquier propensión al dogmatismo puede ser fatal, porque si en lo inmediato creemos que es correcto subsidiar a los más pobres, también creemos que eso no puede ser eterno.

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